En Chile, cuando alguien vuelve a usar algo que no ha usado en mucho tiempo, dice que seguro le saldrán polillas.
Bueno, seguro están saliendo polillas al volver a escribir una entrada en este blog después de más de 2 años. Muchas cosas han pasado entremedio (me casé, me cambié de casa, he viajado a nuevos países).
Pero esta entrada hace referencia a... polillas. No creo que sea a causa de que volví a escribir acá, pero en Santiago está lleno de polillas. En realidad, está lleno de mariposas nocturnas, pero mi concepto de mariposa es algo mucho más agradable que esos otros bicharracos, así que usaré la expresión con que comúnmente los llamamos en Chile.
Debo reconocer que hasta hace un tiempo sentía cierta simpatía por estos bichos que torpemente buscan cualquier fuente de luz (y por consiguiente de calor) para acercarse y quemarse las patas y las alas, pero ya no. Debido a que hay exceso de ellas, cualquier amabilidad de mi parte quedó de lado. Ya no soy ese ser amable que iba apagando y prendiendo luces, guiando su camino fuera de mi departamento. Ahora simplemente las elimino con lo que haya a mano. Lo que aun tengo que soportar es escuchar sus torpes golpes contra el vidrio al tratar de entrar.
Les dejo una foto de una megapolilla que encontré estacionada fuera del departamento. Medía por lo menos 6 cms.
Espero volver a escribir más seguido... no se vayan a juntar polillas nuevamente.
miércoles, octubre 28, 2009
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